New York Times

29 de agosto de 2010

El Sr. Feinberg y la conciliación del golfo

Kenneth Feinberg, responsable de administrar el fondo de compensación de 20 mil millones de dólares de BP, ya se ha visto en estas circunstancias. Es un mediador experimentado que mostró compasión y sentido de los negocios cuando concilió las reclamaciones de las familias de quienes perdieron la vida en los ataques del 11 de septiembre, los veteranos de la Guerra de Vietnam y las mujeres lesionadas por el dispositivo de control natal Dalkon Shield.

Los planes del Sr. Feinberg para la distribución del dinero de BP que se anunciaron el lunes pasado parecen generosos y justos. Estos buscan proporcionar alivio expedito y a corto plazo a los residentes de la costa del golfo, así como un proceso para la medición —y compensación adecuada— de las pérdidas a largo plazo. El Sr. Feinberg debe estar dispuesto a realizar ajustes en el trayecto. Pero todos serán escuchados y el fondo seguramente será mucho mejor que la operación de BP a la que reemplaza.

Es claro que ello no ha impedido que los alborotadores legales y políticos ataquen al Sr. Feinberg, tal como lo hicieron después de los atentados del 11 de septiembre. Los abogados se quejaron de que el enfoque del Sr. Feinberg privaría a las víctimas de las conciliaciones que podrían obtener en litigios individuales. Políticos en busca de protagonismo aseguraron que el Sr. Feinberg sería benevolente con la empresa debido a que BP paga sus gastos y los de su ejército de ajustadores en las 35 oficinas de la costa del golfo.

El Sr. Feinberg puede ignorarlos sin problemas. Después de todo, BP es quien debe pagar las cuentas. Y el objetivo del ejercicio es ayudar a las víctimas, no a los abogados. Al mismo tiempo, debe mantenerse flexible en lo que respecta a preguntas importantes como, por ejemplo, la elegibilidad y los requisitos de la documentación.

Por ejemplo, las pautas preliminares del Sr. Feinberg para los pagos finales indican que la “proximidad” al golfo será un factor muy importante para decidir quién recibe un pago y de qué cantidad. No queda claro cuál es esta cercanía con el golfo. Y aunque el Sr. Feinberg debe mantenerse alerta para identificar fraudes, también debe dar cabida al hecho de que una buena parte de la economía pesquera del golfo se maneja con dinero en efectivo.

El programa tiene dos partes. La primera parte ofrece “pagos de emergencia” que equivalen al ingreso perdido en seis meses a cualquier reclamante legítimo. Las personas tienen 90 días para presentar su reclamación, a partir del 23 de agosto, y quienes reciban un pago aún tendrán derecho a demandar legalmente. Es casi seguro que estos pagos serán más grandes y más expeditos que el cheque promedio —US$3,200 aproximadamente— que BP ya ha otorgado a 127 000 personas. Ahora, estas personas pueden volver a presentar una reclamación. El Sr. Feinberg afirma que esta parte del programa no representa mayor problema, y estamos de acuerdo en eso.

La segunda parte es más complicada. Ésta busca proporcionar compensación por daños a largo plazo —“pagos finales”, según las pautas— que hayan sufrido los individuos y las empresas. Los reclamantes tienen tres años para calcular estos daños y presentar una reclamación. Si aceptan el pago, renunciarán a su derecho de demandar legalmente a BP. Al igual que con el fondo de los sucesos del 11 de septiembre, esta parte del programa tiene la finalidad de ser una alternativa expedita y confiable para evitar las decenas de miles de demandas por agravios, y ahorrar, tanto a los demandantes como a la empresa, los gastos y la incertidumbre de prolongadas demandas legales.

Sin embargo, en otro sentido, el fondo de BP es muy diferente al fondo de los sucesos del 11 de septiembre. En ese entonces, el problema era determinar la cantidad que una víctima hubiera ganado en el transcurso de su vida profesional, un ejercicio actuarial agonizante, pero relativamente simple. En este caso, donde los efectos totales del derrame en, digamos, las poblaciones de peces podrían no conocerse durante años, puede ser imposible para los pescadores y para los expertos del Sr. Feinberg hacer más que estimaciones informadas. El Sr. Feinberg está consciente de estas incertidumbres, pero sin una fecha límite, el proceso de reclamaciones no tendría fin.

Después de los sucesos del 11 de septiembre, el Sr. Feinberg giró cheques por un total de 7 mil millones de dólares a 5300 familias e individuos lesionados. Sólo 94 reclamantes potenciales optaron por juicio legal. Con base en la reputación y experiencia del Sr. Feinberg, así como en la cantidad de dinero en juego, es claro que a todas las víctimas de este derrame les conviene considerar este programa con sumo cuidado y sin dejarse llevar por las emociones. Tal vez no podamos esperar que los abogados actúen con responsabilidad. Esperamos mejores resultados de los políticos.

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